Publicado en Canarias decolonial por gentileza del autor: Roberto Gil Hernández
Publicación original: Journal of Spanish Cultural Studies, 24(4): 509-527 DOI: 10.1080/14636204. 2023.2272040 Roberto Gil Hernández, Departamento de Sociología y Antropología, Universidad de La Laguna, San Cristóbal de La Laguna. Islas Canarias.

El objetivo de la nueva sociedad canaria, a la búsqueda de un pueblo libre, fraternizado… no ha de pasar tan sólo por la buena intención de una relación comunitaria, sino por el establecimiento de una estructura cuya dinámica opere la liberación. Manuel Alemán Álamo (1980)
RESUMEN
Psicología del hombre canario (1980), de Manuel Alemán Álamo, es un libro indispensable para complementar la visión que en la actualidad se tiene del pensamiento y el activismo anticolonial. Con él, su autor inaugura la filosofía de la liberación en el Archipiélago Canario desde un enfoque que combina las tesis marxistas con el psicoanálisis freudiano. En este artículo se propone una genealogía crítica de su obra, la cual plantea sus límites a la vez que revindica su potencial para comprender la realidad de las Islas desde un punto de vista descolonial. A través del análisis de algunos de sus planteamientos fundamentales, como la negación de la africanidad de Canarias, el papel subalterno que este archipiélago ocupa en el sistema mundial capitalista o la incidencia que el racismo y el clasismo tienen en su sociedad, se evalúa críticamente el proceso de construcción de su conciencia e identidad colectivas. Se concluye afirmando que Alemán marca un antes y un después en el pensamiento canario, abriendo espacios inéditos para la reflexión y la praxis en un territorio cuyo futuro aún contempla la posibilidad de su descolonización.
PALABRAS CLAVE: Canarias; marxismo; psicoanálisis; colonialidad; Manuel Alemán
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Introducción
En 1980 Manuel Alemán Álamo (1931–1991) publica Psicología del hombre canario. Se trata de un estudio singular en el que este sacerdote y psicólogo analiza la incidencia de la colonialidad sufrida por el Archipiélago Canario. La fecha de la primera edición del libro es significativa, pues tiene lugar mientras decae el proceso de descolonización africana, se afianza la transición a la democracia en España y se conforma el primer gobierno autónomo de la historia de las islas Canarias. En suma, la obra da cuenta de un periodo especialmente sensible para una sociedad que, como sostiene el autor, está todavía “a medio hacer” (Alemán 2006, 297). En este artículo elaboro una genealogía del pensamiento de Manuel Alemán con la idea de habilitar su inserción en las clasificaciones más habituales del pensamiento y el activismo anticolonial. Por eso me detengo en algunas de las categorías de análisis que este autor emplea para interpretar la realidad insular y pongo el acento en su inusitada capacidad de hacer uso de conceptos de raigambre marxista y freudiana para hablar de su ubicación geográfica, la subalternidad de su población o el modo en que una praxis liberadora puede transformar la sociedad canaria. Mi objetivo es hacer visible las contingencias que atraviesan su trabajo, pero también reivindicar el potencial que condensa su diagnóstico de la realidad de las islas Canarias desde un punto de vista descolonial.
Canarias es África o el fetichismo de la metageografía
Definir con exactitud dónde está situado el archipiélago canario siempre ha sido una cuestión polémica. Como si este poseyera la cualidad imposible de vagar a la deriva por el océano, se le suele describir mediante eufemismos como su atlanticidad o ultraperificidad1. Ello explica por qué es tan frecuente su enunciación a partir de términos antitéticos como norte y sur, y, específicamente, su denominación ambigua como el sur del norte en relación con Europa y, con respecto a África, como el norte del sur. Hace más de dos décadas que Martin W. Lewis y Kären E. Wigen tildaron esta manera de simbolizar el mundo como un ejercicio de metageografía. Según ambos historiadores, la influencia ideológica es determinante para entender cómo las líneas divisorias establecidas entre Oriente y Occidente, o el centro y la periferia, hacen que este tipo de conocimiento desborde lo puramente geofísico. Para detectar el eurocentrismo que subyace en esta concepción del planeta, los autores aconsejan revisar su constitución de manera crítica, pues “the standard sevenfold continental division of the world, commonsensical though it may appear, obscures rather than clarifies the essential patterns of global geography” (Lewis y Wigen 1997, 45).
Manuel Alemán sostiene al respecto que, “al ser cambiantes los objetivos políticos, también es móvil la valoración de la geografía” (2006, 51). Para el caso de Canarias, el autor hace énfasis en la necesidad de prestar atención a su estatus colonial, lo que explica por qué el territorio ha protagonizado a lo largo de su historia un juego de apertura y cierre hacia otros continentes: de apertura hacia Europa, por ejemplo, cegado por la utópica superioridad provocada por un modelo de civilización que se guía por móviles imperialistas; de apertura y cierre hacia América, a consecuencia de la participación de la población insular en un proceso de expansión económica que no se ha replicado en el archipiélago; y, por último, de cierre hacia África, fruto de “una conciencia de desprecio ante la supuesta inferioridad africana” (Alemán 2006, 146–148).
Dicho esto, el autor de Psicología del hombre canario parafrasea a Hegel para llegar aún más lejos de los acontecimientos que marcan la “entrada del Archipiélago en la Historia Universal” (Alemán 2006, 126). De ahí que, tras enunciar la naturaleza geopolítica de las Islas como tricontinental, vincule esta condición con los dos únicos modos de producción que ha experimentado la sociedad canaria moderna: el capitalista-comercial, responsable del modelo de explotación periférica que soporta el territorio desde que su economía se basa en los servicios, y el feudal-señorial, que abarca los siglos XVI a XVIII y coincide con el proceso de acumulación originaria que Marx describe como la “infancia de la producción capitalista” (2009, Alemán participa de una visión que hace coincidir el nacimiento del mercado mundial con el exterminio y la esclavización que Europa impone al Archipiélago durante su conquista. Se adhiere con ello a los planteamientos de un nutrido grupo de estudiosos que, liderados por Immanuel Wallerstein, parten de la obra de Marx para describir el capitalismo como sistema histórico global3. Entre ellos se encuentra el trabajo de Eduardo Grüner, quien trata de explicar este mismo fenómeno, como también lo hace Manuel Alemán, recurriendo al psicoanálisis. Grüner entiende como “una manifestación de fetichismo eurocéntrico” el hecho de que “la construcción de eso llamado centro” en las representaciones occidentales del planeta se haya realizado “sobre los cimientos de la periferización del resto del mundo” (2010, 169; énfasis en el original). El sociólogo insiste en que dicha mirada es resultado de la aplicación de “una lógica fetichista que disuelve las particularidades concretas del ‘objeto’ en la abstracción del equivalente general” (Grüner 2012, 148) que opera sobre conceptos como norte y sur o centro y periferia, y, volviendo a invocar a Lewis y Wigen, en la propia definición de los continentes.
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