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San Bartolomé de las Casas / Prólogo Flavio Fiorani Título original de la introducción » Brevissima relazione della distruzione delle Indie» a cura di Flavio Fiorani
¿Es creíble lo que Las Casas cuenta de las actuaciones de los castellanos en el Nuevo mundo (las Indias), hoy América? ¿Fueron asesinos tan brutales aquellos primeros cristianos que llegaron al Nuevo Mundo y que arrasaron todo lo que encontraban ―hombres, tierras, culturas― porque solo estaban interesados en la obtención de oro?. Canarias fue el terreno de entrenamiento previo a las prácticas que luego se llevaron e implementaron en América: sometimiento por hambre al destruir cultivos, enfermedades contagiosas como arma de guerra, campos de reconcentracion, violaciones masivas, genocidio, destrucción de la cultura aborigen.¿Fue legítima la ocupación de aquel Nuevo Mundo?. Las Casas, protector de los indios y mensajero de Dios, ofrece en su Brevísima relación de la destrucción de las Indias, dirigida a quien luego sería Felipe II, un relato brutal y escalofriante de las acciones de la corona de castilla entre los indígenas americanos; versión que ha sido tanto aceptada como rechazada, (hoy más que nunca por los revisionistas de la historia, auténticos seudo-historiadores. La «Brevísima relación de la destrucción de las Indias» fue el origen de la leyenda negra española en América, y con toda seguridad más que leyenda una cruda realidad; leyenda que anteriormente ya existía en Europa, a la que se adicionó multiplicando sus efectos y ofreciendo y consagrando la imagen de una España negra, brutal, intolerante, intransigente y atrasada, toda una realidad incuestionable, muy a pesar de los que quieren dar una imagen edulcorada de los crimines primera colonización de América de los militares primero y luego de las clases dominantes. Algunos se atreven en sus panfletos actuales a refutar a Bartolomé de las casas con otros supuestos cronistas de aquella época, cuando estos eran parte de la destrucción y absolutamente acríticos con lo que ellos mismos eran complices.
Pocas obras han suscitado opiniones tan contrastantes como La «Brevísima relación de la destrucción de las Indias». Publicadas en 1552, las memorias de Bartolomé de Las Casas han tenido mayor número de ediciones que todo el corpus de crónicas españolas sobre América. Su autor, el fraile dominico conocido como el «defensor de los indios», sigue siendo hasta el día de hoy la personalidad más famosa en la historia de la invasión española del Nuevo Mundo. Su incansable activismo en una etapa crucial de la Conquista produjo una gran cantidad de estudios, pero también dividió la crítica entre los casianos y anti lascasianos. La bibliografía sobre Las Casas es prácticamente interminable y su obra ha sido analizada desde múltiples perspectivas: antropológica, teológica, jurídica, histórica, filosófica, literaria.
Un escrito en defensa de los indios y que sigue siendo una vibrante advertencia a favor de la diversidad humana desencadenó una polémica que dura siglos. Los opositores a la potencia ibérica han hecho amplio uso de los tonos dramáticos con los que el tratado denuncia la violencia y los crímenes de los conquistadores y de la apasionada defensa de los indígenas americanos para derribar la propia legitimidad de la invasión española de las Indias.
Desde «Brevísima relación de la destrucción de las Indias» sobre todo, se enfatizó la urgencia política subyacente, distorsionando su propósito: actuar sobre la corona para poner fin a las atrocidades cometidas por los conquistadores y poner fin a los saqueos y masacres que marcaron la ocupación del Nuevo Mundo. Juicios antitéticos han desvirtuado el sentido de la biografía del fraile dominico que, más que un conquistador arrepentido, fue un hombre comprometido con el razonamiento y la liberación de los grandes interrogantes de la edad moderna: el descubrimiento de América y sus gentes, el fin de la unidad del cristianismo y el advenimiento del protestantismo, el nacimiento de un nuevo orden político internacional, la legitimidad del dominio colonial.
Las potencias rivales de la monarquía ibérica aprovecharon esta labor militante dirigida a la corona -entendida en la función de orientación y protección de sus súbditos a ambos lados del Atlántico para hacer que Las Casas pronunciara una condena irrevocable del colonialismo A su distorsión política contribuyó el hecho de que el muy corto tratado fuera de fácil y rápida lectura. Las Casas, sin embargo, no traza una historia de la conquista española sino que ordena, una al lado de la otra, muchas historias trágicas, pequeñas y grandes: desde la de los pueblos de La Española (hoy Haití-Santo Domingo en las Antillas Mayores) que ven la conquista de Colón y sus familiares actúan como rapaces depredadores de las riquezas de la isla, o la sangrienta perfidia de los conquistadores del Perú que deshonran el compromiso contraído con el emperador inca Atahualpa al ejecutarlo después de que pagó el inmenso rescate en oro con el que recuperaría su libertad. De ahí surge una severa condena de las atrocidades de los castellanos, aunque a veces el lector tiene algunas dudas sobre la verosimilitud real de los hechos que Las Casas narra reuniendo testimonios directos, relatos escritos por los conquistadores y fuentes de segunda o
tercera mano.
Fue la hiperbolización del cálculo de las víctimas indígenas lo que generó un verdadero boom editorial de «Brevísima relación de la destrucción de las Indias» . Entre los siglos XVI y XVIII, el memorial tuvo al menos 60 ediciones: 29 en holandés, 13 en francés, seis en inglés, seis en alemán, tres en latín, tres en italiano (la primera, en Venecia, en 1626) y (sólo ) dos en español. Un éxito de alcance continental que se alimentó del estereotipo de que el texto transmitía la imagen del poder católico español como sinónimo de crueldad y atribuía a la monarquía la responsabilidad de la masacre de millones de indios inocentes: esta es la premisa que a lo largo de los siglos ha dado sustancia a la «leyenda negra» antiespañola, y hace de de la obra de Las Casas una herramienta de propaganda ideológica en las guerras religiosas en Europa y en la lucha por la dominación del continente americano.
Sería, por tanto, ingenuo creer que quienes crearon la primera edición holandesa de 1578 tenían en mente la defensa de los derechos de los indios y no, en cambio, la urgencia de transmitir la imagen de la España rival como una nación de guerreros sanguinarios decididos a Sofocar la lucha por la libertad de la Flandes protestante en rebelión contra los ejércitos católicos de Felipe.ii1. En 1559 «Brevísima relación de la destrucción de las Indias» entrará en el gran número de libros prohibidos por la Inquisición por considerarlo perjudicial para el prestigio de España. Como confirmación más de la explotación de esta obra, basta recordar que la segunda edición fue impresa en Barcelona en 1646, casi un siglo después del de Sevilla en 1552 y en el año en que estalla la rebelión catalana contra el poder central, el término «españoles» fue sustituido por «castellanos», en una evidente manipulación del vehemente Léxico del dominicano todo encaminado a apoyar las razones de los insurgentes.
Descargar obra aquí desde la web de Enrique Dussel
Introduccion a Brevissima relazione della distruzione delle Indie a cura di Flavio Fiorani
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