Manuel Valeron Glez. / Canarias Decolonial

Introducción: Una conquista sin cañones
A lo largo de la historia, el poder se ha manifestado de múltiples formas: a veces con ejércitos y banderas, y otras con barcos mercantes y contratos. La relación entre el Imperio Británico y las Islas Canarias pertenece a esta segunda categoría. Desde el siglo XVIII, los intereses comerciales británicos lograron colonizar económicamente el archipiélago sin necesidad de una invasión militar. Nunca izaron una bandera, pero controlaron los puertos, los cultivos y el trabajo de miles de canarios.
Este reportaje investiga cómo una potencia extranjera transformó una economía agrícola tradicional en una máquina de exportación al servicio de Londres, y cómo esa aparente «amistad comercial» ocultaba una relación profundamente desigual, sostenida por la pobreza estructural y la dependencia de los isleños.
I. El desembarco económico: cuando el comercio reemplazó a la conquista
En el siglo XVIII, Canarias era una región periférica del Imperio español. Empobrecida, con escasa presencia militar y administrativa, el archipiélago era ideal para el desembarco silencioso de los intereses británicos. Los comerciantes ingleses llegaron sin soldados, pero con capital, redes comerciales y poder de negociación.
A través de concesiones comerciales, acuerdos con familias terratenientes locales y la creación de consulados, se insertaron rápidamente en el tejido económico de las islas. En lugares como Puerto de la Cruz, Las Palmas o Santa Cruz de Tenerife, surgieron casas comerciales británicas, clubes sociales ingleses, escuelas privadas y hasta templos anglicanos.
«No necesitaban cañones para conquistar Canarias. Les bastó el comercio, el endeudamiento y el control del transporte marítimo»
— Antonio Macías Hernández, historiador (ULPGC)
II. El monocultivo como estrategia imperial: de la cochinilla al plátano
Los británicos transformaron la economía canaria: impusieron un modelo de monocultivo agroexportador, que convertía a las islas en proveedoras de materias primas baratas para la metrópoli.
● Cochinilla (siglo XVIII – mediados del XIX)
El primer gran producto fue la cochinilla, un insecto del que se extrae carmín para tintes textiles. Exportada en masa hacia Inglaterra, su valor lo controlaban comerciantes británicos, mientras los campesinos sufrían fluctuaciones extremas de precios.
● Plátano (siglo XIX – XX)
El gran “negocio dorado”. Desde finales del siglo XIX, empresas como Fyffes Limited monopolizaron la exportación del plátano canario al Reino Unido. El control incluía los cultivos, el transporte marítimo, los contratos de compra e incluso la publicidad en las ciudades británicas.
«Los plátanos eran canarios, pero el negocio era británico»
— Juan Manuel Carrillo, autor de “Los británicos en Canarias”
● Tomate y tabaco
Otros productos como el tomate y el tabaco también fueron promovidos por empresas británicas, desplazando aún más los cultivos de subsistencia.
Consecuencia: la economía quedó totalmente supeditada a las decisiones de las casas comerciales inglesas, lo que generó una estructura de dependencia que perduró hasta bien entrado el siglo XX.
III. Mano de obra local: explotación sin cadenas
El sistema económico colonial no requería esclavos importados: la pobreza estructural de la población canaria ofrecía una mano de obra barata y desesperada.
● Trabajo a destajo
Campesinos, mujeres y niños trabajaban en plantaciones o empaquetadoras a cambio de jornales miserables. En muchas zonas, se pagaba en especie (comida o vivienda) o en deudas, generando una relación de semi esclavitud encubierta.
● Endeudamiento agrícola
Muchos pequeños propietarios se endeudaban con comerciantes británicos o sus intermediarios locales para conseguir semillas o alquilar tierras. El ciclo de deuda perpetuaba la dependencia.
● Falta de derechos laborales
Hasta bien entrado el siglo XX, los trabajadores agrícolas no contaban con ninguna protección legal. Las huelgas o protestas eran duramente reprimidas por las autoridades locales, aliadas con los intereses británicos.
«Era una esclavitud sin látigos: el hambre, la deuda y la falta de alternativas eran los grilletes»
— Testimonio recogido en el Archivo Oral de La Palma (1956)
IV. Una red de poder invisible: consulados, élites y logias
La colonización económica no fue improvisada. Los británicos construyeron una red de poder que combinaba consulados diplomáticos, logias masónicas, alianzas familiares y control portuario.
- Consulados británicos en Santa Cruz, Las Palmas y Puerto de la Cruz actuaban como centros logísticos y diplomáticos de las empresas.
- Logias masónicas —algunas todavía activas— sirvieron como espacios de reunión para planificar inversiones, alianzas y distribución de beneficios.
- Empresarios ingleses casados con mujeres de la élite local consolidaron su poder en redes sociales y familiares.
Todo ello creó una «estructura paralela de poder» dentro del sistema colonial español, con influencia directa sobre la economía y la política local.
V. Herencias coloniales: emigración, pobreza y monocultivo eterno
Los efectos de esta colonización aún se sienten:
- Desarraigo y emigración: la falta de oportunidades llevó a cientos de miles de canarios a emigrar a Cuba, Venezuela o América en los siglos XIX y XX.
- Pobreza rural estructural: muchas zonas rurales canarias fueron empobrecidas por el monocultivo, al depender de productos cuyo precio y exportación no controlaban.
- Modelo económico dependiente: incluso hoy, el archipiélago mantiene una economía muy centrada en el turismo y monocultivos agroindustriales (como el plátano), sin capacidad autónoma real de transformación.
VI. El silencio institucional: la historia que no se enseña
A pesar de su profundo impacto, esta historia no forma parte de los contenidos escolares ni se aborda críticamente en muchas conmemoraciones locales. La narrativa oficial sigue presentando la relación con los británicos como un ejemplo de “amistad comercial y cultural”.
Sin embargo, los archivos, testimonios y estudios académicos relatan una historia de desigualdad, explotación y silenciosa colonización.
«Nos vendieron la idea de que fuimos socios. Pero fuimos sirvientes, y mal pagados.»
— Carmelo Martín, cronista de La Orotava
Conclusión: El imperio que no necesitó soldados
La experiencia de Canarias demuestra que el imperialismo no siempre lleva uniforme. A veces, basta con tener el dinero, el control de los barcos y una red de influencias. Gran Bretaña no necesitó invadir militarmente las islas: construyó su poder desde los muelles, las casas de cambio, los contratos y la necesidad ajena.
Quizás por eso esta historia no se celebra ni se recuerda. Porque la conquista sin bandera es más difícil de identificar, pero igual de profunda.
Fuentes bibliográficas y documentales
- Carrillo, Juan Manuel (2003). Los británicos en Canarias. Ediciones Idea.
- Macías Hernández, Antonio (1993). La colonización británica en Canarias. ULPGC.
- Aznar Vallejo, Eduardo (2000). La expansión europea y la economía canaria. Revista de Historia Canaria.
- Wright, Thomas (1852). Notes on a Visit to the Canary Islands. Londres.
- Archivo Histórico Provincial de Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas.
- Testimonios recogidos en el Archivo Oral de Canarias (FEDAC).
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