Con estas reglas, nosotros jugamos a nuestro juego. Lecturas de una frase

Giovanna Borsellino

…..la frase se apoya en la arrogancia del poder económico en connivencia con el político. Cuando alguien como Pilip Hoste hace esa afirmación, podría estar enviando un mensaje de seguridad total: «No importa que la ley diga una cosa, yo tengo mi propio circuito de protección.”


Introducción

El poder detrás del juego: Reglas no escritas, intereses ocultos y la arquitectura del privilegio en Tenerife

En la historia reciente de Tenerife —y en particular en enclaves turísticos como Adeje, Arona o Guía de Isora— se ha ido tejiendo un entramado complejo donde convergen la política local, el capital extranjero, las redes de inversión inmobiliaria y, en muchos casos, intereses de difícil trazabilidad. En este contexto de ambición desmedida y urbanismo salvaje, donde el suelo vale más que la ley, las palabras de ciertos actores económicos adquieren un peso simbólico muy superior al que aparentan.

Una de esas frases que invitan a la sospecha —o al menos a la reflexión crítica— fue pronunciada por el empresario Pilip Hoste:
“Con estas reglas, nosotros jugamos a nuestro juego.”

A simple vista, podría parecer una afirmación pragmática, casi neutra. Pero al situarla en el ecosistema socioeconómico del sur de Tenerife —marcado por indicios de corrupción política, dinámicas de blanqueo de capitales, urbanismo de excepción y opacidad financiera—, la frase se transforma en un símbolo de poder estructural, de manejo de los hilos invisibles que articulan el verdadero control territorial y económico de las islas.

Esta declaración, lejos de ser una simple observación sobre el entorno legal, parece esconder una visión cínica, e incluso arrogante, del sistema. No se habla aquí del cumplimiento de las normas, sino de cómo las normas se convierten en herramientas para fines propios. No se alude a la igualdad de condiciones, sino a una jerarquía velada, en la que quienes conocen el “juego” pueden moldear el tablero a su antojo.

¿Cómo se interpreta una frase así cuando se sabe que:

  • hay inversiones millonarias en proyectos urbanísticos con orígenes financieros poco claros?
  • existe una historia documentada de recalificaciones dudosas y trato de favor a determinadas promotoras?
  • los vínculos entre el poder político municipal y ciertos grupos de inversión extranjera resultan opacos e inexplorados?

Este documento se propone desentrañar las capas de sentido detrás de la frase de Pilip Hoste, y analizarla desde cuatro ángulos fundamentales: la aceptación pragmática de un sistema corrupto, la arrogancia de la impunidad, la declaración de poder informal y el uso calculado de la ambigüedad como estrategia discursiva. En conjunto, cada uno de estos niveles permite ver no sólo el contenido de la frase, sino la arquitectura oculta que permite que esa frase tenga sentido y vigencia.

Porque en los márgenes de la legalidad formal, hay otro juego. Y en Tenerife, el verdadero poder no siempre se sienta en las instituciones, sino en las mesas donde se decide el futuro del suelo, el turismo y el dinero.


Aceptación pragmática del sistema corrupto

En muchos contextos geopolíticos donde el poder político y económico está contaminado por prácticas corruptas, las “reglas del juego” no son necesariamente las leyes formales. Son las reglas implícitas —las no escritas— que determinan cómo realmente funcionan las cosas: quién consigue licencias, quién tiene acceso al suelo urbanizable, quién es protegido ante la justicia.

Cuando Pilip Hoste dice “con estas reglas, nosotros jugamos a nuestro juego”, puede estar revelando una actitud de adaptación al entorno corrupto. No se trata de cambiar el sistema, sino de explotarlo inteligentemente. En este sentido:

  • Los sobornos se convierten en inversiones.
  • Las conexiones políticas son más valiosas que los títulos profesionales.
  • Los procedimientos administrativos se diluyen en relaciones personales y favores cruzados.

En Adeje, donde ha habido señalamientos de favoritismos urbanísticos, adjudicaciones dudosas y una política municipal que no siempre se ha sometido a mecanismos de transparencia, este tipo de discurso puede ser visto como un acto de complicidad silenciosa con el sistema.

“No creamos las reglas, pero las usamos. No vamos a cambiar el tablero, pero sabemos mover nuestras fichas mejor que nadie.”


Desafío y arrogancia frente al sistema legal

Otra lectura de la frase se apoya en la arrogancia del poder económico en connivencia con el político. Cuando alguien como Pilip Hoste hace esa afirmación, podría estar enviando un mensaje de seguridad total: «No importa que la ley diga una cosa, yo tengo mi propio circuito de protección.”

Esto puede significar varias cosas:

  • Hay respaldo de altos funcionarios o cargos políticos que bloquean o diluyen cualquier investigación en su contra.
  • Se cuenta con estructuras legales intermedias, como bufetes especializados en ingeniería fiscal, para mover dinero sin dejar rastro.
  • Hay impunidad histórica: se han cometido irregularidades antes, y nunca ha pasado nada.

Esta arrogancia no es rara en territorios donde el poder empresarial se confunde con el institucional, y donde el ciudadano promedio ya asume que los grandes inversores tienen una ley distinta a la suya. En este marco, la frase puede interpretarse así:

“Sabemos que hay leyes… pero también sabemos que nosotros jugamos otro juego, con otro árbitro, y otros intereses.”


Declaración de poder encubierto

Tenerife, como otros enclaves turísticos estratégicos, ha sido señalado como un punto caliente para el lavado de dinero proveniente de organizaciones criminales internacionales, muchas veces camufladas detrás de empresas inmobiliarias, cadenas hoteleras, o supuestas “consultoras de inversión”.

Desde esta perspectiva, las palabras de Hoste suenan como una declaración territorial. Es el lenguaje del crimen organizado y del capitalismo salvaje que se mueve por debajo de la superficie:

  • “Este es nuestro terreno.”
  • “Estas son nuestras reglas, aunque las vistamos con traje y corbata.”
  • “Nosotros no competimos: dominamos.”

Aquí el “juego” al que se refiere Hoste no es el mercado, ni el libre emprendimiento, ni la innovación urbanística, sino un sistema estructurado de blanqueo de capitales, captación de favores políticos, y extracción de recursos encubierta.

Esta interpretación toma fuerza si se documenta:

  • Cambios abruptos en los planes urbanísticos en zonas protegidas.
  • Compras en efectivo o a través de sociedades opacas.
  • Aparición de “inversionistas fantasma” o empresas pantalla que operan desde paraísos fiscales.

Ambigüedad calculada y cinismo

Por último, es importante considerar que frases como la de Pilip Hoste pueden tener una función retórica ambigua, casi como un código que puede interpretarse de muchas maneras pero nunca compromete directamente.

Este tipo de declaraciones son comunes en entornos donde:

  • Hay sospechas, pero no pruebas claras.
  • Se desea mantener una imagen de empresario respetable, pero con un “poder oculto” implícito.
  • Se lanza un mensaje tanto hacia los aliados como a los rivales: “Estamos dentro del sistema, pero lo entendemos mejor que tú.”

Esta ambigüedad le permite a quien la dice moverse con libertad. Si alguien lo cuestiona, puede responder:
«Me refería al juego empresarial, al mercado, a la competitividad»,
mientras que en el fondo todos entienden que también estaba hablando de influencias, manipulaciones y aprovechamiento de las grietas del sistema.

Es una forma elegante de decir: “Sé jugar sucio… sin mancharme.”


CONCLUSION

La frase “Con estas reglas, nosotros jugamos a nuestro juego” es mucho más que una observación casual. En el contexto de:

  • Una isla con presiones turísticas brutales,
  • Tramas de corrupción urbanística,
  • Fondos internacionales sin control fiscal claro, y
  • Falta de fiscalización real por parte de las instituciones públicas,

…estas palabras adquieren una carga política, económica y casi mafiosa.

Ya sea como señal de cinismo, impunidad, poder oculto o simplemente dominio técnico del sistema, revela una estructura de poder informal que actúa bajo la superficie legal. Y que muchas veces, aunque se esconda en inversiones y discursos de desarrollo, está jugando un juego que la ciudadanía no puede ver… y mucho menos ganar.



Descubre más desde CANARIAS DECOLONIAL

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.