Rusos en Canarias: entre la indiferencia, la exigencia, economía en negro y blanqueo de capitales

Giovanna Borsellino

Canarias, archipiélago receptor de oleadas de turistas y residentes extranjeros, ha sido históricamente un cruce de caminos entre continentes, culturas e intereses geopolíticos. En las últimas dos décadas, un nuevo actor ha consolidado su presencia: la comunidad rusa. Sin embargo, lo que para muchos podría representar una oportunidad de intercambio cultural, parece haberse convertido en una historia de aislamiento, propaganda, ilegalidad y desconexión social. ¿Por qué los rusos no se integran en Canarias?

“El 90% de mis clientes no habla español, y muchos ni siquiera lo intentan”, admite bajo anonimato el encargado de un restaurante en el sur de Tenerife. “Llevan aquí años, pero viven como si siguieran en Rusia”.

Un oasis dorado… pero cerrado

En zonas como Playa del Inglés, Costa Adeje o Puerto Rico, el rastro de la presencia rusa es visible: tiendas con rótulos en cirílico, supermercados con productos importados desde Moscú, inmobiliarias con personal ruso, canales de televisión del Kremlin en las viviendas, y un flujo constante de turistas que apenas interactúan con la población local más allá del comercio.

“El 90% de mis clientes no habla español, y muchos ni siquiera lo intentan”, admite bajo anonimato el encargado de un restaurante en el sur de Tenerife. “Llevan aquí años, pero viven como si siguieran en Rusia”.

Propaganda que traspasa fronteras

Muchos ciudadanos rusos residentes en Canarias consumen exclusivamente medios rusos. A través de satélite o servicios online, se mantienen conectados a una narrativa controlada por el Kremlin, que suele presentar a Europa como decadente, hostil o moralmente desorientada.

“Hay una suerte de burbuja ideológica”, explica una profesora de español para extranjeros en Gran Canaria. “Los alumnos rusos que tengo suelen desconfiar de los medios locales y se muestran reacios a debatir cuestiones políticas o culturales fuera del marco narrativo ruso”.

Esto no es accidental. Desde hace años, el gobierno ruso ha invertido en una estrategia global de “soft power” para mantener la lealtad de sus ciudadanos en el extranjero. Parte de esa estrategia pasa por reforzar una identidad nacional fuerte, anclada en el idioma, la historia y una supuesta superioridad moral frente a Occidente. Canarias, como destino de lujo y clima benigno, no ha escapado a esta lógica.

La autosuficiencia lingüística genera dependencia cultural de la comunidad de origen y evita el contacto con la sociedad anfitriona.

Idioma: la primera barrera… o excusa

A diferencia de otras comunidades migrantes, la inmensa mayoría de los rusos en Canarias no muestran interés en aprender el idioma local. Según datos de academias y centros de integración, la demanda de cursos de español entre ruso parlantes es notoriamente baja.

“Hay familias que llevan 10 o 15 años en la isla y aún dependen de traductores”, denuncia una trabajadora social. “Esto no es solo una cuestión de comodidad: es un desinterés activo por integrarse y e absoluto desprecio a la comunidad local”.

El español no es visto como una herramienta necesaria, ya que el ecosistema ruso en Canarias les proporciona todo lo que necesitan: médicos, abogados, bancos, inmobiliarias y comercios. La autosuficiencia lingüística genera dependencia cultural de la comunidad de origen y evita el contacto con la sociedad anfitriona.

Choque de culturas: entre la indiferencia, la exigencia y el recelo

En el plano social, la desconexión es palpable. Pocos rusos participan en actividades comunitarias, eventos culturales locales o asociaciones vecinales. La mayoría prefiere mantener una vida paralela, en la que el contacto con los canarios se limita a las transacciones económicas o servicios profesionales.

Esta situación ha generado tensiones silenciosas. Algunos vecinos canarios denuncian actitudes de superioridad o desprecio por parte de ciertos residentes rusos. “Ni buenos días dan”, comenta una tendera en San Bartolomé de Tirajana. “Tienen su mundo aparte, y parece que les molesta el nuestro”.

Más allá de la indiferencia, hay casos de exigencias lingüísticas que rozan lo absurdo. Varios comerciantes y camareros relatan haber sido reprendidos por no hablar ruso. “Me han gritado por responderles en español en mi propio país”, dice una dependienta en una tienda de souvenirs de Maspalomas. “Te miran con desprecio si no entiendes lo que dicen, como si fuera tu obligación adaptarte a ellos”.

No se trata de incidentes aislados. En algunos sectores turísticos se ha detectado una actitud de imposición cultural por parte de ciertos residentes o visitantes rusos, que reclaman ser atendidos exclusivamente en su idioma y rehúsan cualquier esfuerzo por comunicarse en español o inglés. Esta demanda unidireccional, más propia de colonos que de inmigrantes, refuerza la percepción de que no buscan integrarse, sino imponer su presencia.

La culpa institucional: promoción turística, efecto llamada y ceguera ante la mafia

Sin una estrategia de control migratorio ni exigencias lingüísticas o culturales mínimas, el efecto llamada fue inmediato. Lo que se pensó como turismo de lujo terminó por abrir la puerta a redes que vieron en las islas un lugar perfecto para operar sin límites.

Aunque desde el discurso oficial se insiste en la multiculturalidad como una virtud y la apertura internacional como una estrategia de desarrollo, lo cierto es que el propio Gobierno de Canarias es uno de los responsables directos, unto con ayuntamientos, de la llegada masiva y descontrolada de ciudadanos rusos, entre ellos perfiles de alto riesgo y estructuras delictivas bien organizadas.

A comienzos de la década de 2010, varias delegaciones canarias viajaron a Moscú y San Petersburgo para promocionar las islas como destino turístico y de inversión, en un intento por diversificar mercados tras la caída del turismo británico por la crisis financiera. Se celebraron ferias, acuerdos con turoperadores, campañas institucionales en televisión y prensa rusa, y hasta se abrieron oficinas comerciales en colaboración con consorcios empresariales canario-rusos.

La mafia rusa, lejos de ser un mito, ha sido documentada por operaciones policiales y reportajes de investigación. Desde el blanqueo de capitales a través de inmobiliarias hasta la compra de voluntades locales para facilitar trámites administrativos, su presencia se ha asentado en la sombra

El mensaje fue claro: Canarias es un paraíso fiscal disfrazado de paraíso natural, ideal para invertir, residir y escapar de la burocracia europea continental. Sin una estrategia de control migratorio ni exigencias lingüísticas o culturales mínimas, el efecto llamada fue inmediato. Lo que se pensó como turismo de lujo terminó por abrir la puerta a redes que vieron en las islas un lugar perfecto para operar sin límites.

A esta estrategia oficial se sumó la fiebre por los nómadas digitales durante la pandemia. Mientras otros territorios endurecían sus controles fronterizos, Canarias lanzó campañas globales —también en ruso— para atraer a trabajadores remotos con ingresos elevados. Aunque muchos fueron emprendedores legítimos, no faltaron los oportunistas. “Vendieron la isla como si fuera una selva sin ley”, denuncia un agente de la Policía Nacional destinado en el sur de Gran Canaria.

La mafia rusa, lejos de ser un mito, ha sido documentada por operaciones policiales y reportajes de investigación. Desde el blanqueo de capitales a través de inmobiliarias hasta la compra de voluntades locales para facilitar trámites administrativos, su presencia se ha asentado en la sombra, protegida por el anonimato que ofrecen los complejos turísticos y la permisividad institucional.

“El Gobierno no quiso ver lo que estaba ocurriendo. Prefería los beneficios rápidos del turismo y la inversión, aunque vinieran manchados”, concluye un exfuncionario autonómico.

Empresas en la sombra: economía sumergida y lavado de dinero

“La economía sumergida vinculada a ciertos sectores rusos en Canarias no es anecdótica: es estructural”, afirma un experto en delitos económicos. “Y en muchos casos, está ligada a redes transnacionales de evasión fiscal y corrupción”

A todo esto se suma la proliferación de empresas vinculadas a ciudadanos rusos que operan en negro con facturación a clientes en negro azabache, sin cumplir con las normativas fiscales ni laborales (trabajadores sin alta en la Seguridad social y que no liquidan impuestos), entrando en absoluta competencia con empresas y trabajadores canarios legalmente constituidas y que pagan al fisco. Desde salones de belleza, instaladores de aire acondicionado, pasando por clínicas estéticas hasta servicios de alquiler vacacional o asesoramiento inmobiliario, muchos negocios funcionan fuera del radar de Hacienda y la Seguridad Social.

Fuentes cercanas a la Agencia Tributaria confirman que se han detectado múltiples sociedades pantalla utilizadas para blanquear capitales, así como movimientos sospechosos de grandes cantidades de dinero que no se corresponden con la actividad declarada.

“La economía sumergida vinculada a ciertos sectores rusos en Canarias no es anecdótica: es estructural”, afirma un experto en delitos económicos. “Y en muchos casos, está ligada a redes transnacionales de evasión fiscal y corrupción”.

Pese a ello, las actuaciones institucionales han sido escasas o lentas. La falta de medios, el miedo a ahuyentar la inversión extranjera y la complejidad de los entramados financieros dificultan una respuesta eficaz. Mientras tanto, estas prácticas erosionan la economía legal y generan competencia desleal para los emprendedores locales.

Consecuencias invisibles, pero profundas

Esta falta de integración no es solo un fenómeno social o cultural; tiene implicaciones económicas, educativas y de seguridad. La ausencia de lazos comunitarios impide detectar casos de vulnerabilidad, abuso o ilegalidades. Además, la falta de conocimiento del idioma limita el acceso a servicios básicos y fomenta la desinformación.

También está el riesgo de que esta desconexión se politice, como ya ha ocurrido en otras regiones de Europa con comunidades rusas que se han movilizado en apoyo a los intereses geopolíticos del Kremlin, incluso en contra de sus países de acogida.

¿Y las instituciones? Silencio o resignación

Ni los ayuntamientos ni el Gobierno de Canarias han abordado de forma específica la integración de esta comunidad. Existen recursos generales para inmigrantes, pero pocos adaptados al perfil sociocultural ruso. Además, la naturaleza acomodada de muchos de sus miembros les ha mantenido fuera del radar de políticas sociales tradicionales.

Un funcionario local, que prefiere no dar su nombre, lo resume con crudeza: “Como no generan conflictos y traen dinero, nadie se mete. Pero esto no es integración: es ignorancia mutua”.

¿Hacia dónde vamos?

Frente a esta realidad, los expertos coinciden en que es necesario fomentar espacios de encuentro intercultural, impulsar programas lingüísticos adaptados y promover una mayor implicación de la comunidad rusa en la vida pública.

Canarias tiene una oportunidad única para convertirse en ejemplo de convivencia multicultural. Pero para ello, es necesario pasar del turismo al contacto humano; del interés económico al compromiso cívico. Si no, corremos el riesgo de crear islas dentro de la isla. Y de perder, en silencio, lo que hace valiosa la diversidad: el diálogo. ¡¡ Pero el que no quiere….no quiere !! . Y en eso los rusos, en general y salvo horrosas excepciones, son expertos, lo confirmo y doy fé.

★★★

Bibliografía recomendada y fuentes

  • Libros / ensayos
    • Nye, Joseph S. Soft Power: The Means to Success in World Politics.
    • Galeotti, Mark. The Vory: Russia’s Super Mafia.
    • Zapata-Barrero, Ricard y Capdevila, Agustí. Intercultural Citizenship in a Multicultural Europe.
    • Dinero sucio. Tom Burgis, Ariel Ediciones
  • Artículos académicos y de análisis
  • “Russian Soft Power in Spain and Political Influence in Spanish Political Discourse” (Journal of Contemporary European Studies).
  • “Transnational Crime in Tourist Destinations: Russian Illicit Networks in Spain” (European Journal of Criminology).
  • Reportajes y noticias
  1. El País – “La mafia rusa crece sin control en el sur de Tenerife”.
  2. El Mundo – “Blanqueo y redes rusas: alerta fiscal en Canarias”.
  3. Canarias7 – “Radar policial sobre clínicas estéticas ‘en negro’ vinculadas a empresarios rusos”.

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