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La Virgen como sustitución simbólica de la madre tierra
La Bajada de la Virgen de las Nieves en La Palma no solo es una expresión de religiosidad popular, sino también un ritual profundamente arraigado en la memoria colectiva, que articula emociones, territorialidad y poder simbólico. Como señala Barreto Vargas, “la imagen mariana no solo representa lo sagrado, sino que transforma la experiencia social al generar una atmósfera cargada de significados estéticos, emocionales y simbólicos” (2023, p. 8). Esta atmósfera ritualizada permite que la Virgen funcione como un eje de cohesión comunitaria, pero también como una figura que ha desplazado otras formas de espiritualidad vinculadas a lo telúrico y ancestral.
La Virgen como objeto ritual con agencia
La autora describe a la Virgen como un “objeto biográfico” (Barreto Vargas, 2023, p. 10), es decir, una figura que acompaña a las personas en momentos clave de su vida, generando vínculos afectivos que trascienden lo religioso. Esta noción se conecta con la teoría de Daniel Miller sobre los objetos como extensiones de la identidad, y con Alfred Gell, quien plantea que ciertos objetos rituales poseen “agencia secundaria”, es decir, la capacidad de actuar en el mundo social como si tuvieran voluntad propia (Gell, 1998).
En este sentido, la Virgen no es solo una imagen devocional, sino un dispositivo emocional que regula comportamientos, canaliza afectos y organiza el espacio simbólico. Su presencia en hospitales, cementerios y hogares refuerza su papel como mediadora entre lo humano y lo trascendente, entre la vida y la muerte, entre el dolor y la esperanza.
Sustitución simbólica de la madre tierra
La figura de la Virgen ha ocupado históricamente el lugar de las antiguas deidades femeninas vinculadas a la tierra, la fertilidad y el ciclo vital. Silvia Rivera Cusicanqui denuncia este proceso como una “colonización del imaginario”, en el que la Pachamama es reemplazada por vírgenes celestiales que encarnan valores de obediencia, sufrimiento y pureza impuestos por el cristianismo colonial (Cusicanqui, 2010, p. 45).
Marija Gimbutas, en sus estudios sobre las culturas preindoeuropeas, identifica una fuerte presencia de diosas madre que eran adoradas como fuentes de vida, muerte y regeneración. Estas figuras fueron progresivamente borradas o transformadas por religiones patriarcales que impusieron vírgenes subordinadas al poder masculino (Gimbutas, 1991, p. 27).
En el caso de La Palma, la Virgen de las Nieves puede ser vista como una “madre tierra cristianizada”, que conserva el vínculo afectivo con el territorio pero lo canaliza a través de un marco simbólico que responde a intereses eclesiásticos y políticos. La Bajada, como ritual colectivo, reproduce una forma de religiosidad que regula cuerpos, emociones y relaciones sociales, al tiempo que ofrece una vía legítima de pertenencia y expresión cultural.
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