Unión Europea no puede seguir ignorando uno de los conflictos más prolongados y dolorosos ubicado frente a sus puertas. Debe ajustar su trato con el Sáhara Occidental a los compromisos y obligaciones en virtud del derecho internacional. Debe advertir a las empresas europeas como Siemens o Enel, incluso Fertiberia, entre otras, de los grandes riesgos legales y morales que conlleva hacer negocios con un ocupante ilegal (Marruecos).
